En el año 2012 finaliza el plazo establecido mediante el pacto entre numerosos países denominado como el “Protocolo de Kyoto”, en este pacto, se asignó a cada país participante, una cuota de emisiones de CO2. Aquellos países que no cumplan con sus respectivas cuotas serán penalizados.
 
Para compensar los costes de estas penalizaciones y adaptación de sistemas, los gobiernos ejercerán cada vez más presión sobre las fuentes energéticas , la mayoría basadas en sistemas con grandes emisiones de Dióxido de Carbono y otros contaminantes también nocivos para la salud y el medio ambiente. Esto, junto con la escasez y la creciente demanda de hidrocarburos por parte de nuevos países en vías de desarrollo, provocará un constante encarecimiento de todas las fuentes energéticas basadas en el Carbono, llegando en pocos años a una situación totalmente insostenible, tanto económica como socialmente. 
 

El mundo está preparado para un cambio, eso por lo menos lo tenemos claro. Para los líderes de todo tipo, este momento actual presenta una rara oportunidad. Nuestro planeta no solamente se está haciendo más pequeño, también se está haciendo más inteligente. Y eso significa que tenemos el potencial para cambiar la forma en que el mundo literalmente funciona.

 

Consideremos los cambios que ya están en camino. La lista es larga y la transformación está tan solo en su inicio. Los beneficios serán recolectados no solo por las grandes corporaciones, si no también por las pequeñas y medianas empresas, los motores de crecimiento económico en todas partes y por los individuos y comunidades en todo el mundo.

 

Imaginemos como un planeta más inteligente transformará todo lo que anhelamos, la forma como perseguimos el crecimiento económico, el progreso social, la sostenibilidad medio-ambiental, las curas de enfermedades y la forma como interactuamos entre nosotros y con el mundo.

 

La oportunidad la tenemos delante nuestro y el momento no durará para siempre. ¿Sabremos aprovecharlo?  O, mientras buscamos como estimular nuestras obsoletas economias y reconstruir nuestras desfasadas infraestructuras , simplemente repararemos lo que se ha roto. O quizás, nos prepararemos para un futuro más inteligente y prometedor. La decisión está en nuestras manos.